El eterno debate terrenal es quién fue primero, si el huevo o la gallina. El eterno debate trasladado a la tierra de los mortales que se deciden a ir de compras es: me lo pruebo o me lo llevo sin probar.
Hay un terreno con ley propia que son los probadores de las tiendas de ropa femeninas. Las masculinas creo que igual, pero sobre los probadores de las tiendas de ropa femenina tengo mucho que opinar.
De entrada creo que los pensó y diseñó alguien con mucha, muchísima mala leche. Porque exceptuando que tu poder adquisitivo sea enorme, lo cual te debe llevar a visitar tiendas de la calle Serrano o el Turó o similares, el resto de mortales nos cambiamos en espacios minúsculos.
Pero vayamos por partes.
Parte una, la cortina, puerta o casiniexistenciadelamisma. Debe ser que hay un convenio secreto
que yo desconozco, pero intentar tener un minimo de intimidad en un probador es más dificil que esperar que Jorge Javier Vazquez presente un telediario. Cuando entras, ya puedes empezar a decidir qué parte de tu anatomia va a quedar al descubierto. O los pies, en invierno con esos calcetines feos refeos aunque calentitos que se dejan asomar por la parte inferior de la puerta/cortina. Además todo el resto de clientes los observa, no digo los ve, si no los observa, porque es una señal de si el probador está ocupado o no. ¿No podian poner un cartelito/luz/aviso en la puerta cuando entras que indicase de manera visible (y no en la cerradura como los de Decathlon que eso no sirve de nada, claro...) si no en todo el centro de la puerta, que está ocupado. No, nada. Asi, que el siguiente a ti, inclina su espalda, estira su cuello y mira a ver si ve un par de piececillos con calcetines moviendose por el probador. Si por casualidad te subiste al poco usual taburete del probador, ya puedes rezar para que el siguiente que espera un probador no entre estando tu dentro, pues diste señal inequivoca, al esconder tus pies, de que el probador estaba vacio.
Una vez dentro, debes dar rienda suelta a tus dotes de contorsionista para aguantar la cortina de las narices, que nunca, nunca, cubre todo el espacio del probador. O tapas un lado, o tapas el otro tirando de la cortinilla y moviendo las anillas cual posesa... no te mates, están diseñadas para ser mínimo 10cms más cortas que el espacio.
Si la cortinilla es de plastico, se te pega en la piel cada vez que pones el culo en pompa para probarte unos pantalones en equilibrio. Porque eso de que te pongan una silla para sentarte, nooooooooooo, que si estas muy comoda deben pensar que sacas el termo de té y tu Hello y te quedas ahi toda la tarde. Digo yo.
Parte dos, colgadores. El tema colgadores es otro cantar. Yo creo que detrás de ellos hay un enano gritando para sus adentros "jódete" cada vez que una prenda tuya, o de las que quieres probarte, cae al suelo. Esos colgadores no son tales, si no provocadores de saltarlapaciencia. Porque mira que aguantan nada y menos. Al final optas por dejar la ropa en un rincón del suelo del probador, lleno de pelusa, eso si, que no hay probador que se precie que no tenga el suelo lleno de perchas y pelusas tamaño la peluca de la Duquesa de Alba. ¿¿De que se alimentarán esas pelusas para crecer de tal modo???
Las perchas parecen haber encontrado el paraiso en los probadores. Se reproducen, estoy segura. Entras al probador y seguro que cinco minutos antes solo habia dos, pero como son como los del OPUS y le dan y dan sin poner medios, pues cuando entras tu, ya son familia numerosa perchera. Eso si, libres, que se desparraman sin vergüenza por todo el probador.
Parte tres, el espejo. Hay espejos de muy diferente tamaño, color, forma... pero todos han pasado con nota la oposición a espejo de probador. ¿Objetivo? hacerte ver lo gorda y desproporcionada que estás y lo blanca que se te ve la piel. No importa que sea pleno agosto, que hayas venido directa de un baño de sol intenso, que cuando te metes en el probador, tu barriga se verá fofa y blanca. Por no hablar de tu trasero, ese parece volverse rebelde de repente y tener vida propia.
Si osas entrar a un probador con una espinilla en tu cara, ya no verás nada de lo que te pruebes, el espejo dejará bien evidente el grano que le mostraste nada más entrar. tus ojos solo miraran a ese punto. Olvidate de la prenda.
Algunas tiendas, para acabar contigo, situan sus espejos fuera del probador. Asi puedes salir y todo el mundo opinar, sólo con el gesto eso si, que te queda fatal....
Parte cuatro, el numerito. Al entrar, una chica normalmente liadisima mascando chiclé y colgando ropa como una loca en una burra, con un auricular que le conecta con el resto del mundo(pues de tanto en tanto se pone a hablar y tu ni sabes si es contigo o con quien) sin mirarte a la cara te dice: ¿Cuantas? y tu como loca, contanto cuantas llevas. Te da un numero con las prendas que llevas (con el bolso entre los dientes, pues ya no te quedan manos con tanta percha) y ese numero tiene otra mision diferente de la que tu pensabas y es esta: desaparecer.
Cuando por fin acabas de probarte todo, normalmente no te quedas nada, decides salir pero.... ¿y el numerito? mira que en algunos sitios es tan grande como la puerta de la entrada, pero no, no sabes donde lo metiste. Y es que el numero, que debe tener algun pariente entre las pelusas o perchas, seguro que se va a hacer unos vinos cuando tu estas probandote la ropa. Y claro, despues cualquiera lo encuentra.
Parte 5, el acompañante del vestidor de al lado. El dia que decides probarte, con una cortina minuscula, te suda el cuerpo y no hueles a Chanel precisamente, es dia, hay siempre un tio con multiples bolsas colgando de los brazos, un bolso de mujer en uno de ellos y jugando con el movil. Hasta ahi bien, pero el susodicho en lugar de estar fuera, o al lado del probador de su parienta, se engancha al hueco de tu puta cortina y ves de tanto en tanto unos ojos de poseso intentando verte una lola. Luego disimula claro, como si estuviese buscando en twitter los resultados de futbol, pero siemrpe está ahi. Yo creo, en el fondo, que no vienen con nadie. Los contratan los centros comerciales para que parezca que la gente compra (de ahi lo de las bolsas en los brazos) y además se aseguran con su presencia que tu estancia en el probador, con tanta miradita, va a ser más bien corta. Digo yo, si no no lo entiendo....
Parte 6, los cm2 del probador. No puede ser que no quepas, que cuando te agachas empujes la cortina con tu culo y parezca que hay un alien dentro. Que no quepa ni tu bolso en el suelo, y que encima, en pleno invierno, tu ropa ocupe más que el suelo que pisas. Por qué son tan pequeños? para que se te consuma el oxigeno en 5 minutos y debas salir y dejar tu sitio a otra?
Aun asi, sigue el eterno dilema, me lo pruebo o lo hago en casa? Masocas si somos, si.....