Se fue. No hay más. No pudimos retenerlo. Tranquilo, en paz, con armonia. Con amor, mucho amor, todo el que pudimos y supimos darle. Horas de hospital pintadas con amor filial y como no, el de mi linda mamá. No era una cama de la UCI, era nuestro punto de encuentro. Era el punto de reunión de una familia unida. Hasta el último segundo de su vida, mi padre ha vuelto a darnos una lección: el amor entre nosotros no tiene límites. El mismo amor que él nos dió y nos seguirá dando. Mis hermanos y mi madre juntos, siempre juntos. Yo tenia muy claro ese amor, pero a veces, la prisa de la vida te hace olvidarlo... a veces, los intereses personales enmascaran los sentimientos, a veces, la distancia física favorece la distancia emocional.... Pero mi padre se ha encargado de darnos una carga tan grande de expresión de sentimientos que me ha hecho sentir muy orgullosa.
Alli, alrededor de su cuerpo que luchaba por vivir, mis hermanos y yo hemos pasado del llanto a la risa en segundos, una montaña rusa, una sacudida de emociones. Ahora lloraba uno, ahora el otro le consolaba. Ahora uno se hundía, el otro le daba la mano para salvarle... ahora uno se comía a besos a mi padre, el otro se conformaba con acariciarle la mano hasta que llegara su turno. No pudo ser. Demasiadas cosas en contra para poder vivir dignamente. Demasiados contratiempos que indicaban que el momento de mi padre habia llegado. Nos ha costado aceptarlo, pero la vida y la muerte van, por desgracia, estrechamente unidas. No existe la una sin la otra. Es así, para todos. Y como bien decimos, todos tenemos nuestro momento. Mi padre tenía pánico a morir(como yo) y por eso creo que todo se ha desarrollado de una manera tan placida, sin darse cuenta, sin miedo, con calma...
No puedo expresarme claramente. Tengo muchas emociones a flor de piel. Acabo de decirles a mis hijos que su yayo a muerto. Mi hija Noa nos ha sacudido con su dolor. Un dolor profundo, incontrolable, un dolor propio de un adulto. Ha sido un momento tan dificil como cuando he leído unas palabras en el funeral de mi padre. Pero en el funeral aguanté por él, por mi famila, era nuestro regalo de amor. Esta noche, delante del dolor desesperado y el llanto de mi pequeña, he aguantado por ella. Y todo esto es siempre por amor. El motor de la vida... y la muerte digna.
Descansa en paz padre, pero ves buscando un sitio para vernos todos algún dia.
Te quiero.