Hace tiempo que sabemos que ciertas máquinas nos inhiben de nuestros miedos y vergüenzas. Cuando nos ponemos al volante de un coche, somos capaces de gritar gilipolleces a cualquiera sin miedo y sin pensar que nos pueden partir la cara... cuidado! que te la parto yo!
Cuando vamos a bordo de un velero, nos creemos Cristina Onassis, aunque sea uno alquilado o el amigo del amigo del amigo, nos haya dado una vuelta. ¿Y cuándo jugamos a la play o wii? ese mando que nos da el poder y nos reta continuamente consigue sacar nuestro vocabulario más soez y nuestra nula permisividad a la derrota....
Pero últimamente, lo que realmente es para mi más impactante, es el poder de decir las cosas por e-mail. El correo electrónico ha revolucionado las relaciones profesionales, pero también las personales.
Antes, quejarte de algo en el trabajo, levantarte de tu mesa, ir hasta la del individuo que provocó tu enfado y decirle a la cara lo que pensabas, era una acción digna de un guerrero. Nunca sabías si te montaría una escenita, si todos los ojos de tus compañeros se posarían en tu espalda, si su dialéctica sería más hiriente que la tuya y deberías volver con el rabo entre las piernas a tu mesa.... Ahora, el poder de escribir sin que te interrumpan, nos ha convertido en auténticas víboras. Decimos, acusamos y nos indignamos hasta con puntos de admiración ya creados para eso ( ;-), :-), :-( ...... ante cualquier pequeña situación.
Si el de al lado tiene la música fuerte, pues le enviamos un e-mail diciendole que qué se ha pensado, que o la baja o revotas el correo a media oficina.... que...., Si no nos copiaron o informaron de que el baño de mujeres está estropeado, enviamos un correo general, con tono sarcástico quejandonos de que no fluye la información importante....
Pero lo que más me sorprende, es la cantidad de gente que ya no sabe expresar sus emociones, y envía correos a sus amigos para desearles suerte, para enviarles un beso (con lo bien que sienta en la carona....) para enviar flores (?????) para comunicar un nacimiento, y hasta un entierro.... El correo tiene su parte positiva: lo envias en medio de la noche y no molestas, el destinatario lo abre cuando puede o quiere, llegas a gente que está lejos fisicamente... etc, etc. En eso estoy totalmente de acuerdo. Pero para mí, se convierte en algo enfermizo, casi patético, cuando para comunicarnos con nuestro compañero de mesa le enviamos un e-mail, cuando estamos enfadados y descargamos furias y pestes por escrito, cuando no nos molestamos en oir la voz de un amigo, cuando nos creemos dioses literarios calificando y descalificando a nuestra gente.... en fin, las nuevas tecnologías me encantan, pero bien utilizadas.
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