Las emociones se pueden encajonar, esconder, gestionar, clasificar... pero cuando deciden aflorar ya no hay quien las pare. El cerebro puede controlar, si tu caracter es propicio a ello, la manifestación externa de tus sentimientos, pero cuando la caja de pandora quiere tomar aire y abre sus puertas, ya no hay raciocinio que la pare.
No siempre es sintoma de estado animico desfavorable por una situación presente. En muchos casos se manifiesta cuando el suceso o momento se quedó atrás en el tiempo. Pero según muchos defensores de la medicina natural, esa caja quedó abierta, o mal cerrada.
No se trata tampoco de traumas pasados con grandes connotaciones dramáticas. Pueden ser momentos que afectaron tu parte emocional sin un motivo de peso. Pero están ahi, y pesan en tu mochila. Y no te das cuenta, y la mochila te acompaña aún cuando saltes y bailes de alegria en el presente. Tu cuerpo nota su peso, no entiende porque no la dejas en el armario y te liberas del lastre. El peso se hace grande, te dobla, se transforma en dolor interno que fluye en señales externas: llanto espontáneo, ojeras, color de piel apagado, encorvamiento de espalda... tu sigues feliz, saltando, bricando, porque así te sientes, pero las cajas no cerradas se remueven en tu interior, te contracturan, te oprimen... y entonces es hora de mirar qué pasa, o qué pasó. Cerrarlas, depositarlas en el armario, y seguir bailando.Porque la vida es eso, purito baile y alegria, pero un buen vestido de noche no pega con una mochila de acampada. Mejor bailar libre.
3 comentarios:
Triar la palla del gra mai ha estat fàcil, però amb dedicació i sense nervis podem endreçar moltes capses.
Sigui lleu......
Viure sense motxilles és gairebé una utopia. Però hem de procurar que pesin el mínim possible, clar que sí!
I per què coi estic trist? És que, simplement sóc així??
Publicar un comentario