NUNCA ES TARDE

No, no lo es. Cualquier edad, dentro de una razón (¡me vuelven los pies de la duquesa, que trauma!) es buena para hacer lo que no pudimos. O no quisimos. O no pensamos. En fin, que este fin de semana mi madre y yo nos vamos a Madrid. Y no es que elijamos Madrid por su carisma o algo parecido. Aunque siendo catalana diré que siempre que he viajado allí, y por varios motivos han sido muchas veces, me trataron muy bien. A parte de las tipicas frases politicas o futboleras las cuales parecen resbalar por mi cuidada piel ( no puedo evitar deciros que hoy estreno un maquillaje de Chanel que me tiene en las nubes... jajajaja) la gente ha sido siempre muy amable conmigo.

Pero el post no va sobre mi. Va sobre el hacer algo a una cierta edad, el atreverte a seguir hacia adelante teniendo clarísimo que la vida es un suspiro, y que si hay otra vida para los que creeis, pues eso, es otra. Esta se acaba.

Mi madre, vista claro desde mis ojos, es una persona peculiar. Entregada a los suyos, sacrifica su propia necesidad por las de sus hijos/nietos, y en vida, por la de mi padre. Es una persona alegre, timida, a la que sin embargo, le gusta el encuentro y la fiesta. Con mi padre, cuando eramos pequeños, se corrió lindos guateques. Yo aún recuerdo las noches de San Juan, en la terraza de casa, todos los tios y  primos juntos, los super petardos-cohete, tan esperados porque dejaban escapar diminutos juguetes de plastico, tipo vaqueros o indios que todos ansiabamos coger al vuelo... El tocadiscos sonando, con ese color grisaceo azulado y que solo se podia observar de lejos, pues solo con la mirada rayaba los discos, las banderitas volando con la brisa dels solsticio de verano, el cava, la coca-cola....Se divertia mi madre. Bailaba y reia sin parar.

Su vida no obstante ha estado marcada por el sacrificio: trabajo y más trabajo y la cria de tres hijos ella sola. Porque mi padre estaba por nosotros sólo los domingos. Entonces mi madre nos entregaba y él nos llevaba al futbol, o a montar en bici, o almorzar bocatas de chorizo con una buena fanta de naranja... Yo no entendia porqué ella no venia. Ahora, de adulta, lo entiendo. Necesitaba su tiempo de calma, de soledad, de ella misma!  El resto de dias, era mamá quien se apañaba con nosotros para todo. Papá era un hombre de los de antes. Las cosas de casa no iban con su dia a dia...

Esta mujer, que los últimos años de enfermedad de mi padre los sufrió sin quejarse, es una campeona. No es que sea mi ideal de persona, su caracter y el mio no van siempre de la mano, pero no tiene porqué ser asi. Somos individuos diferentes, pero nos une la misma sangre y sobretodo lo que he ido aprendiendo con los años: ha aceptarla como es, sin querer cambiarla. Con sus miedos, sus pensamientos, sus virtudes y defectos. Sobretodo con respeto. Cuando "me carga" un poco, respiro y desaparezco sigilosamente... realmente funciona!

Pues ahora me la llevo de fin de semana a Madrid. Mi madre tiene 74 años y nunca voló en avión. Mi madre creo que hace más de 46 años que no pisa un hotel. Mi madre no sabe lo que es que no tenga que hacer nada, que se deje mimar. Y eso es lo que vamos a hacer. Nos vamos mañana. Voy a grabar su carita cuando suba al avión, cuando entre en la habitación del hotel, cuando pateemos Madrid juntas, cuando comamos huevos rotos, cuando moje los churros en el café con leche... quiero inmortalizar este momento. Para mi no será especial. Es para ella. Es para su vida. Un apunte más, porque nunca es tarde para vivir nuevas emociones, nunca.