En casa de mis padres, la hospitalidad se mide por la cantidad de comida ofrecida... y puedo asegurar que son muy,muy hospitalarios. Hablando sobre el tema aprecio que es una cuestión generalizada, sobretodo de las familias sureñas. No es que aqui en Catalunya no se coma, no, se come y muy bien, pero es diferente. Más serio, más "puesto", todo más controlado, no sea que se nos escape un abrazo a destiempo....
Cuando voy a casa de mis padres, mi mamá se convierte en "el servicio". Se anula como participe de la comida y aus ojos se mueven rápidamente buscando platos vacíos y espacios libres en la mesa para ocupar con nuevos platos. Todo es poco. Se levanta mil veces para complacernos a todos. Antes de empezar a comer siempre piensa que se quedó corta de comida: y ahí nos vemos mis hermanos y yo convenciéndola que será más que suficiente, que estará todo buenísimo y que nadie pasará hambre....pasar hambre? con la cantidad de comida que pretende que ingeramos,podría alimentarse una familia de osos durante todo un verano.
Cuando acaba la comida(de platos y más platos...) viene una especie de encadenado de "porquerias varias": frutos secos, galletas, mantecados, polvorones,barquillos, .... que no puedes dejar de probar y después, para rematar y antes de irte casi a las 8 de la tarde, palomitas. Eso sí, no pasemos por alto la invitación de quedarte a cenar, no sea que salgas de allí con algo de hambre. En fin, que te espera un empacho de tres pares de narices. Todo exquisito, eso sí, pero en cantidades para mantener una manada de dromedarios a punto de fornir sus jorobas antes del paso del desierto.... a mi la "joroba" se me pone delante.Entre el pecho y la pelvis.... se me hace una pelota de basquet que me cuesta sudores que desparezca. Pero doy gracias de esta manera de recibirme. Es la que tienen. La que les enseñaron. Y salpican toda esta comida con atenciones, cariños y palabras amables. No hay mejor coctel. No hay mejor receta culinaria. Gracias papis.
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