lunes, 29 de noviembre de 2010

CON POQUITO TIENES MUCHO...


No me gusta jugar. No me gusta tirarme por los suelos a hacer ruiditos de coches que derrapan y gruas que recogen montañas de arena imaginaria. No me gusta. No me gusta hacer vocecillas para dar vida a las muñecas e inventar historias que normalmente deben girar en torno a un principe azul.(al menos eso es lo que demandan las niñas, que poco hemos evolucionado madre...) No me gusta. Me aburro. Tal vez sea cierto que esto sea fruto de retrasar tanto la maternidad. Tal vez sea cierto que las mamis de veintipocos o como mucho treinta y poco más sean más juguetonas (con los hijos se entiende). Yo me siento mayor para eso. No es sentido del ridículo, es mandra, pereza... no me apetece. Pero claro, amo a mis hijos. Los adoro. Y como toda madre trabajadora preocupada por la calidad del poco tiempo que paso con ellos (que no es tan poco teniendo en cuenta que hasta visito el inodoro con la visita de alguno de ellos...)busco alternativas a mi poco entusiasmo por jugar.

Muchisimas tardes cocinamos juntos. Les encanta. Y a mi también. Hacemos galletas, bizcochos, cualquier dulce que no precise de una gran precisión porque sus manitas no son las de Ruscadella pero nos lo pasamos teta.

La otra tarde, el viernes concretamente, nos dedicamos a hacer manualidades de Navidad. Pintamos con acuarelas, con colores, con rotuladores secos (me di cuenta que este año el Tió debe cagar muchos porque el estuche está más vacío que mi monedero...)enganchamos purpurina, en fin, estuvimos los tres solitos, en la mesa grande del comedor, riendo y compartiendo un gran momento. Me invadía una gran felicidad. La felicidad de compartir poquito y obtener mucho, mucho. ¿El qué exactamente? amor, gratitud, cariño, risas complices, confidencias de experiencias vividas en el cole que, cuando les pregunto en el día a día nunca me cuentan, pero que en ese momento de compañerismo manual, me explicaban sin preguntar. Nuestras manualidades no pasarán a la historia. De hecho dudo que ni siquiera recuerden colgarlas en el arbol. No importa, valió mucho la pena.

Me doy cuenta que la vida está llena de pequeños momentos. Que las cosas son más fáciles si las reflexionas, que los niños te hacen más caso si estás a su altura, si tus ojos están en linea con los suyos cuando les hablas, si no te preocupas tanto porque a las 21.00 todo el mundo esté listo para dormir... si son las 21.10 tampoco pasa nada.... Flexibilidad, de eso aún me falta tanto que aprender como madre y como persona....

2 comentarios:

diplodoc dijo...

Acabo de descubrir tu blog y me ha gustado mucho lo que explicas. Yo me siento identificada contigo. Me cuesta jugar con mis hijos, por lo menos a los juegos que ellos proponen, me parecen repetitivos y aburridos. Pero, como los quieres lo haces intentando poner buena cara y disfrutando. Yo tengo ganas de que crezcan un poquito para poder jugar a cosas más interesantes.

kira permanyer dijo...

Cierto! es un tópico eso de que las mamis disfrutamos tiradas por el suelo en actividades de vocecillas varias para coches y muñecas. Tal vez haya, que no lo niego y hasta lo admiro, pero yo no. Gracias por tu visita! Espero verte amenudo por aqui. Un saludo!

SE ACABÓ!

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